Es improcedente el despido de un trabajador para cambiarlo por un robot

Es improcedente el despido de un trabajador para cambiarlo por un robot

El Juzgado de lo Social número 10 de Las Palmas de Gran Canaria ha declarado improcedente la rescisión de contrato de una trabajadora de una multinacional turística que fue despedida, tras 13 años trabajando como administrativa, para ser suplida por un programa informático, o ‘bot de gestión’.

El ponente, el magistrado Ercilla Garcia, rechaza las alegaciones de la empresa sobre que la decisión se base en «causas técnicas, organizativas y productivas» alegadas por la empresa para justificar el despido objetivo.

A este respecto, señala que la reforma laboral de 2012 «no exime al empleador del deber de acreditar que real y efectivamente atraviesa por dificultades de cierta entidad para cuya superación es medida adecuada y razonable la extinción de contratos de trabajo».

Por ello, rechaza que el despido de la demandante estuviera justificado por las «causas objetivas» alegadas por la empresa y apunta que se trata de un cese «improcedente con las consecuencias legales que ello supone».

La automatización implica la irrupción de algo nuevo, y no el cambio de algo pasado

En el caso en litigio, la empresa, aportó para justificar el despido objetivo diversos informes de futuro sobre el desalentador panorama del sector en las Islas que nada probaban sobre su mala salud económica «en el momento de ordenar el despido».

«Lo primero que habría que señalar», dice el fallo, «es que las causas técnicas parten, entre otros, de un cambio en los medios o instrumentos de producción. En el caso de la automatización, más que un cambio – entendiendo tal como conversión o modificación de algo en otra cosa – la automatización implica la irrupción de algo nuevo, y no el cambio de algo pasado», agrega.

Pone el juez, como ejemplo de la jurisprudencia laboral vigente, que el cambio de un instrumento de producción, «podría ser la transformación de las cámaras fotográficas analógicas a cámaras fotográficas digitales, en la que el trabajo de revelado y tratamiento desaparece y gran parte de la labor de un fotógrafo manual puede desaparecer».

Sin embargo, en el caso presente, continúa explicando, «se pasa de que los trabajadores hagan uso de un instrumento de producción para el desempeño de su trabajo, a que el instrumento de producción haga ese trabajo por sí. Aquí no se produce un cambio en el medio o instrumento de producción, lo que se produce es la sustitución de un trabajador por un instrumento. Lo contrario sería tanto como considerar al trabajador un instrumento y la aparición de un robot o bot un cambio en ese instrumento», afirma.

Multiplicar la productividad

«En el caso presente -agrega-, tomando por ciertos los datos aportados (que no considera acreditados) en la carta de despido, la introducción de ‘bots’ en el entorno laboral implica la multiplicación de la productividad, en tanto en cuanto uno solo de estos ‘bots’ pueden hacer el trabajo de más de un trabajador, y con ello aumentar la competitividad sobre la base de reducir costes».

Sin embargo, sigue razonando que «esos costes que se reducen, se circunscriben en prescindir totalmente de los trabajadores. Esto es, se erige la mejora de la competitividad como elemento único que justifique el despido, mediante la introducción de ‘bots’ que automaticen el trabajo, desplazando a la masa laboral humana».

Y concluye señalando, que «esto no puede ser tenido como una causa justa para un despido objetivo procedente, por cuanto lo contrario implicaría favorecer, so pretexto de la competitividad, la subestimación y minimización del Derecho al Trabajo«.

El titular del juzgado establece que la empresa debe indemnizar a la actora con 863 euros más intereses, por omitirse el preaviso de despido que debería haberse llevado a cabo en una extinción de contrato injustificada, que es lo que se ha acreditado en el proceso. En el caso de que no se accediera a su readmisión en cinco días desde la notificación del fallo, aumenta de manera considerable su indemnización -a 28.305 euros; 33 días de salario por año trabajado con un máximo de 24 mensualidades-.

La sentencia explica que la trabajadora llevaba desde junio de 2006 trabajando en las oficinas centrales de la empresa como oficial de contabilidad, hasta que, en diciembre del año pasado, la firma adquirió la licencia de Jidoka, un RPA (acrónimo de Robotic Process Automation o Automatización Robótica de Procesos) para la gestión de cobros.

Esta ‘máquina’, destaca el fallo, «realiza tareas desde las 17.15 hasta las 6.00 en los días laborales, y en los festivos trabaja 24 horas». El 29 de marzo de 2019, expone la resolución, la empleada recibió «una carta de despido objetivo por causas técnicas, misiva que también recibieron otros compañeros de su departamento».

Recuerda el magistrado que para justificar el despido en razones objetivas es necesario acudir a una causa «excepcional», y razona que la automatización de tareas hasta ahora desarrolladas por humanos no puede considerarse algo singular, cuando todos los estudios apuntan a que «la automatización de procesos como la operada en el caso presente implicará una destrucción de empleos de al menos el 35% de la población activa en los años venideros».

Derechos sociales alcanzados

La sentencia concluye: «En definitiva, la automatización -como causa técnica del despido objetivo- implica una oposición entre los Derechos sociales alcanzados por los trabajadores que se vislumbran como obstáculo u óbice para alcanzar un rendimiento empresarial más óptimo, frente a la posibilidad de que un instrumento de producción pueda efectuar ese mismo trabajo sin límite de horas, sin salario ni cotizaciones sociales.

Argumenta, además, que la automatización mediante ‘bots’ o robots, con la única excusa de reducir costes para aumentar la competitividad, viene a significar los mismo que reducir el Derecho al Trabajo para aumentar la Libertad de Empresa. «Siendo así por tanto que no puede tenerse por procedente un despido en estos términos, en atención a la interpretación que ha de darse del despido objetivo por causas técnicas», asegura.

Expone el magistrado Ercilla García que «no es dable» que, en casos como el presente, en el que la automatización viene a sustituir a los trabajadores en sus tareas «hasta desplazar a la masa laboral del mercado, por la mera competitividad de la empresa, pueda esta acogerse a una forma privilegiada de despido en la que se abona al trabajador una indemnización inferior a la ordinaria».

La sentencia no es firme, sino que aún es susceptible de recurso de suplicación ante la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Canarias.

 

Xavier Gil Pecharromán, El Economista

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