14 Oct El 20,3% de los trabajadores extremeños son pobres pese a tener empleo (el doble que en el conjunto de España)
El concepto de pobreza se ha identificado tradicionalmente con las personas excluidas del mercado laboral. En España, tras la salida de la dictadura franquista, tener un empleo era casi incompatible con ser pobre.
La primera definición de trabajador pobre surgió en EEUU en 1960 y posteriormente se instaló en los países anglosajones, con mercados laborales más flexibles y estados de bienestar más débiles. Sin embargo, a raíz de la crisis económica que se inició en 2008, el concepto y la situación de pobreza laboral se han extendido al resto de países económicamente desarrollados. De este modo, el empleo ya no asegura un escudo frente a la pobreza y la exclusión social.
Se han extendido nuevas formas de empobrecer a la clase trabajadora, a través de bajos salarios, contratos de escasa duración y periodos de inactividad más prolongados o trabajos a tiempo parcial, que hacen que la relación entre ocupación y pobreza no siga las mismas pautas de hace décadas, y que las nuevas generaciones vivan peor que sus progenitores.
Aunque parezca increíble, en las últimas décadas la productividad por hora trabajada ha crecido diez veces más que el salario promedio por hora trabajada, «es un modelo que beneficia a la renta del capital (beneficios o dividendos), por delante del empleo y los salarios». De este modo la combinación de la nueva precarización del mercado de trabajo, la devaluación salarial, la desigualdad creciente y los recortes en las inversiones públicas ha hecho emerger de nuevo la pobreza laboral. Estas causas han sido en buena parte propiciadas o potenciadas por las diferentes reformas laborales, tanto la efectuada por el PSOE en el 2010 como la del PP en el 2012.
MERCADO LABORAL EN EXTREMADURA
Según los propios datos del informe sobre “la contratación laboral en Extremadura 2008-2017” de la Junta de Extremadura, en 2017, se registraron 667.389 contratos en Extremadura, de los cuales 24.304 fueron indefinidos (el 3,6% del total) y 643.085 temporales (96,4%). Sólo los contratos Eventuales por circunstancias de la producción y los contratos de Obra o Servicio sumaron 615.055 contratos, el 92,2% del total.
Así mismo, con respecto a los datos nacionales, que “las diferencias de estructura se basan en un menor peso en Extremadura de los contratos indefinidos (3,6% frente al 9% en la media nacional) y de los de Interinidad (2,9% frente al 7,3% en la media nacional). Y mayor representatividad de los Eventuales por circunstancias de la producción (53,9% frente al 43,8% de media nacional)”.
Respecto a los contratos a jornada parcial, asegura dicho informe que en 2017 de los 667.389 contratos celebrados en Extremadura, 504.250 fueron en jornada a tiempo completo y 161.607 a tiempo parcial. Por tanto, el 24,2% de los contratos fueron contratos a tiempo parcial.
Y con respectos a los salarios, según datos del INE, Extremadura es la comunidad autónoma con los sueldos más bajos, situándose en 18.669 euros de media en 2018, lo que supone 4.334 euros menos al año que la media nacional (que fue de 23.000 euros) y 8.890 euros menos que los sueldos de Madrid (la comunidad con los sueldos más altos).
De este modo, Extremadura se sitúa a la cabeza del país tanto en la temporalidad de los contratos como en bajos sueldos. Cóctel perfecto para propiciar la pobreza.
TRABAJADORES POBRES EN EXTREMADURA
El pasado 2 de octubre se presentó en Mérida el Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social en Extremadura, cuyo método de trabajo han sido entrevistas en profundidad a una muestra representativa de los hogares y la población extremeña, muestra repartida por el conjunto del territorio de la comunidad autónoma.
Si bien este informe ha tenido repercusión sobre todo al poner de manifiesto que Extremadura registra tasas de desempleo y de pobreza más elevadas que el conjunto de España, hay otros muchos datos relevantes que merece la pena destacar, como por ejemplo el apartado referido a “la precarización del empleo como factor de exclusión”.
Una vez realizada una previa aclaración sobre este último concepto y su contexto en Extremadura, el siguiente paso es poner las conclusiones del informe directamente en relación con dicho concepto. El documento empieza explicando que “la cuestión de la pobreza en el empleo resulta un elemento esencial, en la medida en que este fenómeno incrementa el riesgo de exclusión social y cuestiona la capacidad que el empleo asalariado ha tenido tradicionalmente en nuestras sociedades como mecanismo de protección frente a la pobreza y la exclusión”. Y concreta los datos de este nuevo fenómeno en Extemadura, puesto que “los niveles de exclusión no son desdeñables entre los hogares sustentados por personas empleadas –el 17% de ellos está en situación de exclusión– y, que el 36,9% de los hogares que están en situación de exclusión social en Extremadura, están sustentados por solo un trabajador/a”.
Así mismo, se debe tener en cuenta que, el 20,3% de los trabajadores en Extremadura son pobres pese a tener trabajo, esto es el doble que en el conjunto de España (11,3%), “lo que significaría que dos de cada diez personas trabajadoras, pese a estar ocupadas, sufrirían pobreza en el hogar. Obviamente, también se observa que esta tasa es sustancialmente más elevada entre las personas trabajadoras que residen en hogares en situación de exclusión”.
También la parcialidad de la jornada laboral se relaciona con la precariedad laboral e incide en las situaciones de exclusión. “En efecto, el nivel de exclusión en los hogares con intensidad laboral media o baja –que recoge situaciones de empleo temporal y parcial– es más elevado que en los hogares con intensidad laboral alta”.
Así mismo también se ha observado que un porcentaje importante de los hogares en situación de exclusión social –en Extremadura, el 33,6%– registran una intensidad laboral media (es decir, han trabajado entre el 20% y el 80% de la jornada anual disponible, aunque el margen entre estos dos porcentajes sea quizás demasiado amplio para esta categoría). “Como ocurría con la pobreza laboral, los niveles de exclusión son más elevados entre quienes trabajan a jornada parcial (32%) que entre quienes lo hacen a jornada completa (18%)”.
Por último, además de su mayor vinculación con las situaciones de exclusión, cabe señalar también el importante componente de no-voluntariedad que se da en los casos de empleo a tiempo parcial. “En Extremadura un 89% de aquellos que trabajan con una jornada de tipo parcial –(en el conjunto de España, el 58%)– aducen como principal razón de ello, el no haberlo encontrado. En el 3,4% de los casos –8,3% en el conjunto de España– el motivo de la jornada parcial se relaciona con el cuidado de personas menores, adultas enfermas, con discapacidad o mayores”.
Abel Álvarez Germán, El Salto Diario
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