20 Sep La brecha digital se ceba con los trabajadores sénior
La digitalización se ha acelerado en la mayoría de las empresas a un ritmo muy superior al que habría sucedido de no ser por la pandemia. Para el colectivo de trabajadores con más de 45 años adaptarse a este proceso ha sido especialmente complicado. Y no es de extrañar teniendo en cuenta que, mientras que el 80% de los jóvenes de entre 16 y 24 años dispone de capacidades digitales básicas en España, solo el 35% de las personas entre 55 y 74 años las posee.
Que el talento sénior no se quede atrás en los procesos de transformación de las compañías se ha convertido, por tanto, en una de las prioridades que advierte el estudio Impacto de la digitalización en las personas, elaborado por la Fundación Seres. “Muchas veces no es solo un tema de capacidades reales, sino de percepción, prejuicios y estereotipos”, advirtió este miércoles su directora general, Ana Sainz, durante la presentación del informe.
Atajar estereotipos es también la clave para la socia de la consultoría de recursos humanos Talengo, Marta García-Valenzuela. “Tenemos que centrarnos más en el edadismo o discriminación por edad porque hay un estereotipo dominante que dice que el cerebro tiene su apogeo a los 30 años y el declive a los 55. Es una falacia porque los estudios demuestran que a partir de los 50 es cuando el liderazgo muestra su mejor versión. A la hora de gestionar equipos diversos, los líderes sénior son los que demuestran un rendimiento superior. Es muy importante desarrollar iniciativas que pongan en valor este talento”, explicó.
Sin embargo, la brecha digital sigue siendo una importante barrera para los mayores de 45 años que intentan encontrar una nueva oportunidad laboral. Desde enero de 2020 hasta enero de 2021, el total de parados de larga duración en España ha aumentado en casi 641.000 trabajadores, hasta un total de 1,88 millones de personas con más de un año sin empleo a sus espaldas, según datos del INE. Por segmentos de edad, la mayoría de los inmersos en esta situación son mayores de 50 años, debido a sus dificultades para reintegrarse en el mercado laboral. Así, un 50,2% de los desempleados que llevan siéndolo más de 12 meses son mayores de 50 años, unas 943.000 personas.
Formación continua
La manera de empezar a generar un cambio en ese sentido, según Sainz, es poner el foco en dos medidas que se deben tomar desde las propias empresas. Por un lado, propone “trabajar mucho la adaptación al cambio y diseñar itinerarios para anticiparlos”. Por el otro, insiste en la importancia de garantizar un compromiso de formación continua para todas las edades con un seguimiento individualizado o por colectivos. “Somos uno de los países más envejecidos del mundo, donde tenemos experiencia, liderazgo, mucha historia y competitividad en esta generación”, recuerda respecto al segmento sénior.
Otro de los informes elaborados por Seres, junto con la Fundación Adecco, precisa que la imagen del mayor de 55 años suele concebirse como la de un profesional en la antesala de la jubilación, debilitado y con competencias obsoletas. Sin embargo, esta creencia entra en conflicto con la progresiva ampliación de la edad de jubilación, que, indican, exige una urgente puesta en valor del talento sénior. De hecho, un 40% de los profesionales de recursos humanos admite descartar automáticamente los currículos de los profesionales mayores de 55 años.
Entre las muchas ideas que la fundación ofrece como camino para no dejar atrás a todos esos trabajadores destacan establecer planes de carrera que permitan repensar el futuro profesional de cada trabajador; personalizar la formación para eliminar las limitaciones al aprendizaje que presenten los mayores; implantar un modelo de reclutamiento mucho más inclusivo, o no utilizar solo medios digitales para comunicarse con las personas no nativas digitales. García-Valenzuela, por su parte, alude a fomentar el mentoring bidireccional como clave para desarrollar el talento sénior digital. Es decir, un aprendizaje intergeneracional.
Pero los más mayores no son los únicos que deben ponerse las pilas ante el nuevo reto digital. La OCDE estimaba en 2019 que el 14% de los trabajadores podía tener en riesgo sus puestos debido a la automatización. Otro 32% sufriría cambios importantes en ellos y, consecuentemente, en las capacidades necesarias para el empleo. Todo esto cuando la pandemia aún no había llegado.
Fuente: Ixone Arana, El País
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