01 Sep Síndrome posvacacional: ¿un malestar pasajero o señal de que deberías cambiar de trabajo?
Es domingo por la tarde. Acabas de terminar unas maravillosas vacaciones de dos, tres semanas, puede que incluso más, en las que te has olvidado del despertador, te has relajado, has disfrutado de los tuyos, has visitado lugares interesantes, has estado en la playa o en la montaña, has comido cosas ricas, has contemplado paisajes locales o exóticos… En definitiva, has estado a tu aire. Pero a medida que avanzan las horas empiezas a notar cierta inquietud. La relajación post vacacional se desvanece a medida que anticipas lo que vivirás lunes por la mañana, que se aproxima ahora vertiginosamente. Adiós a la siesta y a las mañanas tranquilas, hola a la interminable lista de tareas, a los mails, a las llamadas, a los atascos, a las demandas inacabables y al estrés del día a día laboral.
Si la vuelta a la rutina después de las vacaciones se te hace cuesta arriba, no estás solo. Para muchas personas, la transición del período de descanso al trabajo va acompañada de cierta ansiedad y desorientación. La cosa puede ir incluso más allá, y podemos llegar a sentirnos desanimados durante los primeros días, faltos de energía, nerviosos, y también experimentar trastornos del sueño o del apetito. El llamado «síndrome post vacacional», según Maiana García, psicóloga de emotium, “es una etiqueta descriptiva que se utiliza para referirse a los síntomas que pueden aparecer al final de las vacaciones, coincidiendo con el regreso al trabajo y el resto de obligaciones.
Síntomas
¿Desmotivación? ¿Hastío? ¿Ansiedad?
Estos síntomas suelen incluir: bajo estado de ánimo, falta de energía, desmotivación, hastío, ansiedad, anhedonia (dificultad para experimentar placer), desubicación… No todo el mundo tiene por qué experimentarlos, pero hay muchas personas que sienten malestar de una u otra forma cuando vuelven al trabajo”, asegura esta especialista.
Para superar el desánimo y los síntomas físicos que acompañan el regreso puede ser útil ajustar poco a poco nuestras rutinas unos días antes del regreso. Ya es sabido que los expertos recomiendan volver de las vacaciones con un par de días de antelación para que el cambio sea menos brusco. Entre los consejos habituales también está el de tomar alimentos ricos en triptófano como, por ejemplo, los huevos, los lácteos, las nueces, la carne de pollo y la de pavo y el plátano.
También puede ser útil aumentar el consumo de alimentos que contengan magnesio, que nos ayuda a superar la fatiga, entre los que se encuentran las verduras de hoja verde, el aguacate, los frutos secos y las legumbres. Algo que también suele recomendarse es retomar nuestra rutina de ejercicio físico, si es que la hemos dejado algo de lado durante las vacaciones. Mover el cuerpo nos ayudará a mantener un buen nivel de energía, a dormir mejor y a sentirnos más tranquilos y optimistas en general.
Inteligencia emocional
Autoevaluar nuestro estado de ánimo para cuidarnos mejor
En lo emocional, Maiana García aconseja: “Es fundamental buscar el autorrefuerzo, pues el estado de ánimo va en función de los reforzadores y los estresores que tenemos en nuestra vida. Por ello, introducir varios momentos de refuerzo a lo largo del día o de la semana, así como reducir la carga de estrés y responsabilidades, será de gran ayuda. Todo esto va a ir de la mano del autoconocimiento y la inteligencia emocional: cuando somos capaces de detectar cómo nos sentimos y sabemos regular nuestro estado de ánimo, podemos cuidarnos mejor”, señala.
Y si hablamos de autoconocimiento, ¿podemos usar el malestar posvacacional para ir un poco más allá y tomar conciencia de que, quizá, también necesitamos hacer cambios en nuestra rutina laboral o personal? ¿Es posible que nos estamos acostumbrando a poner la etiqueta de «síndrome» a emociones que lo que indican es que algo no va bien en nuestro entorno, en nuestra actitud o en nuestras elecciones de vida?
Maiana García opina que el síndrome posvacacional es muy real y tiene unos síntomas muy concretos, aunque este malestar sí pueda servirnos para evaluar nuestra situación. Al respecto, también advierte: “Son muy significativas las emociones inmediatamente anteriores a la vuelta. Cuando los días previos al trabajo se experimenta una gran intranquilidad, irascibilidad, etcétera, esto nos aporta información de lo que significa para nosotros ese regreso”, asegura.
“Hay muchas personas que el día antes de volver a sus compromisos duermen mal o se ven embargadas por emociones negativas, y no son capaces de localizar qué es lo que les afecta tanto. Es fundamental, como decíamos antes, que aprendamos a escucharnos y entendernos, para poder afrontar mejor aquellas situaciones que nos afectan. A veces puede ser difícil detectar qué es lo que no va bien, incluso puede que sean muchas cosas y por ello cuesta más verlo. En estos casos es muy útil contar con la ayuda de un profesional, con el que ir trabajando para averiguar qué nos pasa y qué cambios necesitamos”, recomienda esta psicóloga.
Cuando los días previos al trabajo se experimenta una gran intranquilidad e irascibilidad, algo no va bien
Manu Romero, CEO de la consultora Departamento de Felicidad, fundador de Future of People Academy®️ y autor del libro Happy Employee Experience (Empresa Activa), opina que siempre es un buen momento para reevaluar nuestra situación en el trabajo, y que, si la vuelta nos resulta demasiado complicada, quizá no se trate de un simple desajuste de tiempos y horarios: “Sin darnos cuenta vamos en piloto automático y no nos paramos a pensar si realmente disfrutamos de nuestro trabajo.
Desde el mismo momento en el que volver supone un malestar, algo no va bien. Siendo conscientes de que las vacaciones son un momento increíble y todos desearíamos que no acaben, eso no debería implicar que volver a tu trabajo implique un malestar físico y emocional. Si esto ocurre, probablemente no estás en tu trabajo ideal y deberías replantearte tu escenario profesional, que además hoy, va ligado más que nunca al personal”, asegura este experto.
Señales de alarma
¿Cuándo hay que replantearse las cosas?
Coincide con él la psicóloga de emotium, quien señala que la vuelta al trabajo y a las rutinas “en absoluto tiene por qué ser algo traumático. Cuando el regreso se convierte en algo más que un desajuste puntual, haremos bien en parar y tomarnos un tiempo en ver qué cosas no andan bien. Merece la pena que dediquemos algo de tiempo en estar mejor en lo que supone buena parte de nuestro tiempo”, recomienda.
Hacer cambios no siempre resulta fácil, pero los expertos aseguran que tenemos mucho margen para ello y, así sentirnos más felices al regreso de nuestras próximas vacaciones. Tomar decisiones y enfrentarnos a ciertos aspectos de mejora puede ayudarnos a superar el mal momento y acabar convirtiéndose en un situación de aprendizaje y transformación personal.
Manu Romero aconseja en este sentido: “En primer lugar, recomiendo que reflexiones sobre tu ikigai, aquello que amas hacer, en lo que eres bueno, por lo que te pueden pagar y que el mundo necesita. Este concepto que proviene de Japón te puede resultar muy útil para descubrir aquello que realmente te llena. A partir de aquí, una vez identificado, deberías hablar con tu manager para explorar formas de hacerlo posible. En segundo lugar, márcate objetivos, pues perseguir metas y cumplirlas nos hace sentirnos plenos. Puedes apoyarte también en tu manager para que te ayude a conectar tus objetivos personales y profesionales con los objetivos de la empresa. Con esta proactividad, empezarás a guiar tu trabajo por el sendero que te hará disfrutar más de tu trabajo”, asegura Romero, quien también recalca el hecho de que todos somos en parte responsables de nuestra felicidad en el trabajo.
“En muchos casos, el empleado considera que el responsable de hacer felices a sus colaboradores es la empresa. Y aquí se comete un error: la empresa puede crear las mejores condiciones del mundo para hacer feliz al empleado en su lugar de trabajo y generar también momentos increíbles de felicidad compartida para sus trabajadores, pero la decisión final de ser feliz y disfrutar de las condiciones que tiene a su alrededor está en cada persona. Una empresa puede hacer el mayor de los esfuerzos para generar un entorno de felicidad laboral, pero si un empleado no toma la decisión o tiene la voluntad de valorar lo que le facilitan, nada es posible. A esto se suma que una empresa la forman personas, y la actitud de cada una de ellas influye en los demás. ¿Verdad que conoces a una persona que cuando estás con ella te hace imposible no sonreír? La felicidad es contagiosa”, resalta.
¿Y si a pesar de todos nuestros esfuerzos no notamos cambios significativos? “Si el malestar es muy grave y consideras que la empresa donde estás no es un lugar en que se pueden realizar cambios que te hagan disfrutar de tu trabajo, definitivamente, no estás en el lugar en que deberías estar. Es recomendable que reflexiones sobre el tipo de empresa en la que te gustaría trabajar, qué tipo de cultura y valores te harían sentir cómodo, cuál es el estilo de liderazgo que te gustaría, cuál es el puesto de trabajo y funciones que disfrutarías haciendo en tu día a día… En definitiva, buscar aquella empresa que hace match contigo”, concluye Romero.
Fuente: Rocío Carmona, La Vanguardia
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